lunes, 13 de agosto de 2012

Pandora Hearts (fanfic) - Capítulo 3

Mientras corrían por las calles, Oz pensaba en lo que había dicho su hermana: "¿Pensáis... pensáis eso?". Eso quería decir que Ada no estaba enamorada de Gilbert, como habían creído. Entonces... ¿era de Eliot? Oz no podía soportar aquella idea; aunque ambos jóvenes no se llevaran mal, tampoco es que congeniaran precisamente. Tenían ideas diferentes, lo que demostraba el hecho de que sus personajes favoritos del Caballero Santo fueran completamente opuestos: Edwyn y Edward. Además, Oz seguía sin poderle perdonar el hecho de que le revelara la muerte del preciado sirviente y, por consiguiente, le arruinara toda la serie de libros.
Sin embargo, no parecía quedar otra opción. Break no podía ser, obviamente, ya que apenas le veía ni hablaba con él y Break era demasiado mayor. Al fin y al cabo, si se contaban los años que Break había pasado en el Abyss, tenía una edad de 124 años a pesar de su aspecto joven, que le confería su contrato legal con Mad Hatter.
Tampoco podía ser él mismo, Oz, porque eran hermanos de sangre, era imposible que estuviera enamorada de él. Además, se habría dado cuenta, ya que Ada mostraba mucho sus emociones y habría estado sonrojada continuamente.
Eso también dejaba fuera de juego a Eliot, ya que cuando Oz había corrido a abrazarla Eliot pasó por su lado y no mostró emoción alguna. Ello también eliminaba a Leo de la lista.
Entonces... ¿quién era? Tal vez, ¿alguien desconocido para él? ¿Un alumno de Ludwidge?
Oz decidió que debía vigilarla atentamente durante los próximos días, y seguro que Óscar también se mostraba de acuerdo con él en ese sentido. Él tampoco quería que su "niña" empezara con el amor, que tuviera novio o que se precipitara en algún compromiso o en algo por el estilo.
-Noto algo en el aire... -dijo de pronto Gilbert, olisqueando la zona.
-¿Puede ser una Cadena? -aventuró Ada tímidamente.
Seguramente estaría algo incómoda por el malentendido que hubo antes, ya que el mismo Gilbert pensaba que ella estaba enamorada de él.
"Si supieran de quién estoy enamorada...", pensó Ada con preocupación. "Seguramente no me permitirían volver a verle".
Trató de devolver a su rostro una expresión monótona, mientras avanzaban por las calles, que repentinamente se habían tornado oscuras. Al mirar hacia arriba, comprendieron por qué: sendos toldos cubrían las calles, yendo de un balcón a otro y privando de la luz a los viajeros que caminaban por aquellas calles. Sin duda, aquello tenía un cierto aspecto misterioso.
-Probablemente lo sea -coincidió Gilbert-. Será mejor que no nos separemos.
Ellos asintieron, aunque aquel gesto no sirvió de mucho en la parcial oscuridad.
De pronto, un estruendo les sacó de su ensimismamiento. Corrieron en dirección al fuerte sonido, sin preocuparse por si era una trampa, por si ocurría algo que les llevaba hasta alguna Cadena. No tenían a B-Rabbit, pero sí a Raven, que a pesar de no ser una Cadena de combate, podía perfectamente derrotar a algún Trump.
Llegaron a su destino, y vieron lo que ya habían sospechado: Alice estaba delante de un Trump tratando de esquivar sus toscos ataques. Gilbert no dudó un segundo y sacó la pistola.
Apuntó, y una vez que tuvo la frente a tiro, disparó. La bala traspasó limpiamente el cráneo, y el Trump cayó. El Abyss se abrió para reclamar lo que era suyo, y todo volvió a la normalidad.
-¿En qué estabas pensando? -exclamó Gilbert mientras cogía a Alice por los hombros-. ¿Es que quieres ser enviada al Abyss? ¿Quieres que Oz también vaya, por tu culpa?
De pronto, se vio interrumpido por un jadeo. Oz había caído de rodillas al suelo, y se apretaba el pecho con la mano. Cerraba los ojos con fuerza, mientras Ada, desesperada, le preguntaba qué sucedía.
-No te preocupes, Ada -dijo Gilbert-. Es el reloj del contratista ilegal.
Ella tardó unos segundos en calmarse, mientras respiraba hondo. Después, cuando hubo recuperado la calma, ayudó a Oz a levantarse.
El chico se abrió la camisa, y vio que el reloj ya había dado su tercer movimiento. Quedaban nueve desplazamientos de la aguja del reloj tatuado para que Oz descendiera a lo más profundo del Abyss, aunque no era muy preocupante; después de todo, el reloj avanzaba a poquísima velocidad, así que aún quedaba mucho tiempo hasta que se vieran en un verdadero apuro por culpa del contrato.
-No pasa nada -dijo Oz mientras esbozaba una sonrisa tranquilizadora-. Sólo es el tercer movimiento. Todavía quedan nueve, no es preocupante de momento.
Ada suspiró.
-Ojalá nunca hubieras tenido que formar ese contrato -ante la mirada irritada de Alice, se apresuró a justificarse-: Me refiero a que, si nunca hubiera formado el contrato, no tendría que descender al Abyss... Aunque fue una ventaja encontrar a Alice, supongo.
La chica seguía algo ofendida, pero no tocó el tema.
-Deberíamos volver -dijo Oz mientras consultaba el pequeño reloj de bolsillo dorado. La melodía Lacie sonó hasta que Oz cerró la tapa-. Ya está atardeciendo.
Ada se sobresaltó.
-¿Atardeciendo? -exclamó. Parecía apurada-. Lo siento, chicos, ¡tengo que irme!
Antes de que pudieran hacer nada, la chica salió corriendo y se perdió entre las calles de la ciudad. Oz y Gilbert suspiraron; habían perdido la oportunidad perfecta de saber quién ocupaba el corazón de Ada.
-Y a vosotros dos, ¿qué os pasa? -inquirió Alice. Ella no había estado presente en la extraña conversación que habían mantenido cuando ella se había ido.
-Nada, no es nada... -contestó Gilbert.
De pronto, se volvió hacia Alice y volvió a cogerla por los hombros.
-Creo que nos debes una explicación, conejo estúpido -espetó-. ¿Por qué te fuiste de repente?
Alice le fulminó con la mirada.
-Había un puesto de carne y yo olí su delicioso aroma. Eso es todo.
Oz se echó a reír, y ambos le miraron, sorprendidos.
-Venga, dejad de discutir y volvamos -dijo el chico, sonriente.

Mientras, en la mansión Bezarius...

-¿Sigue sin querer contarnos nada? -preguntó Liam, alicaído.
-Eso parece -contestó Break mientras se servía té-. Habrá que usar alguna que otra... arma. Ya sabes, como Gilbert. No hay nada ni nadie en el mundo al que Vincent quiera más que a su amado hermano mayor.
Sharon rió.
-Sí, eso parece -coincidió.
-Es que Break es absolutamente increíble -comentó Emily con una risita.
-Oh, vamos, Emily, vas a hacer que me sonroje -contestó Break quitándole importancia con un gesto de la mano.
Liam frunció el ceño.
-Break... es decir, Emily... Bueno, los dos: no deberíais bromear con estas cosas. Son serias, ¿vale? -se secó la frente con un pañuelo-. El destino de Pandora depende de lo que decidamos hacer a partir de ahora. No podemos desperdiciar este tiempo, es demasiado valioso.
De pronto, llamaron a la puerta. Entraron Oz, Gilbert y Alice.
-Oh, ya estáis de vuelta -exclamó Break mientras se levantaba de su asiento-. ¿Habéis conseguido alguna memoria?
Gilbert se apresuró a explicarle todo a Break, incluyendo los datos sobre el enamoramiento de Ada. Sharon se mostró interesada en ese tema.
-El primer amor es siempre el más importante -afirmó la joven dama-. A veces dura para siempre... ¿no es hermoso? Todos los amores son importantes, por supuesto, pero el primero...
Los demás dejaron de escucharla mientras ella seguía parloteando alegremente.
Break esbozó una sonrisilla.
-Creo que deberíamos profundizar en esta investigación -dijo finalmente. Los demás le miraron, sorprendidos; parecían estar a punto de replicar-. A ver, dejadme explicároslo: no tenéis nada más que hacer aparte de buscar las memorias de Alice. ¿Por qué no comenzar esta nueva "expedición"?
-¡Yo estoy de acuerdo! -gritó de pronto Óscar-. No quiero que mi niñita se enamore de la persona equivocada, y estoy dispuesto a darle un par de tundas al chico cuando le encontréis. ¡Os doy mi palabra!
Oz suspiró. Óscar siempre era así, no se le debía tomar demasiado en serio. Aunque parecía que esa vez era de verdad.
-Bien, entonces podemos empezar ahora -intervino Gilbert-. Yo también quiero averiguar quién es.

En el carruaje...

Oz, Gilbert y Óscar se encontraban en el carruaje, aunque Gilbert estaba en la parte delantera dirigiendo a los caballos.
-Deberíamos ir primero a la mansión Nightray para asegurarnos de que no es Eliot -sugirió Oz.
-De acuerdo -contestó Gilbert desde delante.
Al parecer, se había dirigido hacia aquella mansión inconscientemente, así que no tardaron mucho en llegar hasta los jardines de rosas negras. Ese tipo de rosa sólo crecía allí, así que se les consideraba realmente valiosas.
Echo estaba en la entrada, como de costumbre. Cuando vio a los tres, se sobresaltó y en su rostro se dibujó una expresión de verdadera sorpresa. Era extraño en ella.
-¡Hola, hola! -exclamó, nerviosa-. ¡El amo no está en casa! ¡No está!
Óscar le miró, extrañado.
-Hemos venido a visitar a Eliot Nightray. ¿Está en casa?
Echo suspiró, al parecer aliviada. Esbozó una pequeña sonrisa y su mirada volvió a ser ausente.
-No, al parecer el amo Eliot ha descubierto que sacaron un nuevo capítulo de el Caballero Santo y no tardó en ir a la ciudad de nuevo con el sirviente Leo. Quizá mañana puedan visitarle.
Gilbert y Oz se giraron para marcharse, pero Óscar se quedó.
-¿Está mi sobrina Ada aquí? -inquirió.
Echo abrió un poco los ojos, aunque enseguida recompuso la expresión.
-Ehh... Sí, vino hace un rato para recoger rosas negras. Le... le gustan mucho -abrió la puerta y entró en la mansión-. Le diré que venga.
Desapareció en el interior de la casa, así que los tres amigos se quedaron a la entrada, en medio del jardín.
-¿No tenemos rosas negras en casa? -preguntó Gilbert de pronto-. Ayer traje unas cuantas para Ada, debe de haberlas visto si ha pasado por su habitación. Y en vista de que no lleva maletas, debe de haber ido.
No pudo seguir hablando, porque Echo salió de la casa acompañada de Ada, quien llevaba un ramo de rosas negras en la mano, recogido en tela blanca y sujetado por un lazo color púrpura.
Detrás de Echo estaba Vincent Nightray, con su mirada bicolor fija en sus visitantes. Le saludó a Gilbert, pero no se acercó a él.
Ada se despidió de Echo y de Vincent, y les agradeció las rosas. Se apresuró a entrar en el carruaje.
-Ada, ya tenemos rosas en casa -le dijo Oz, disgustado-. ¿Por qué vienes a por más?
La joven se golpeó la cabeza en el techo del carruaje sin querer.
-¿Tenemos rosas en casa? -preguntó con inocencia-. No sabía eso. Lo siento.
-No pasa nada, supongo -respondió Oz, receloso.
Gilbert se aclaró la garganta mientras se quitaba el sombrero.
-¿Habéis visto la reacción de Echo al llegar nosotros? Dijo que Vincent no estaba en casa, pero luego salió para acompañarla.
Óscar abrió mucho los ojos, sorprendido. No se había fijado en aquel detalle.
-¿Por qué sería? -miró a Ada significativamente, buscando una respuesta.
Ada se encogió de hombros.
-Supongo que Echo no quiere que su amo sea molestado -alegó.
Había algo muy raro en todo aquello, se dijo Oz. Aunque no lograba ver el qué.
-¡Ada, bienvenida! -exclamó Sharon al verla llegar. Le abrazó amistosamente-. ¡Tenemos mucho sobre lo que hablar!
La joven dama acompañó a la chica hasta el interior de la mansión Bezarius, mientras Break salía para ver qué ocurría.
-¿Y bien? -preguntó-. ¿Ya sabemos quién es el afortunado?
Óscar sacudió la cabeza con pesar.
-No, me temo que no -dijo.
Break, sin embargo, soltó una risita.
-Bueno, bueno, de todas formas contadme todo lo que ha pasado.

Mientras, en las habitaciones de Sharon...

Sharon cerró la puerta.
-Puedes sentarte en el sofá si quieres -invitó a Ada.
La chica no se lo pensó dos veces; estaba agotada tras aquel ajetreado día. Sharon se sentó en la cama, situándose enfrente de su invitada.
-Tienes que contarme todo sobre tu romance -le dijo, sin andarse con rodeos.
El rostro de Ada adquirió la tonalidad del zumo de tomate.
-¿Todo el mundo lo sabe? -suspiró cuando Sharon asintió-. Bueno... supongo que no hay mucho que decir. Es... como cualquier otro amor, ya sabes. Las mariposas en el estómago, la sensación de bienestar...
Sharon se removió en su sitio, emocionada.
-¿Y ya te ha dado tu primer beso?
Ada abrió los ojos como platos.
-¿Por qué quieres saberlo? -preguntó, con una mezcla de sorpresa y desconfianza.
Sharon rió.
-Por favor, no pienses que trato de entrometerme ni nada. Sólo es que... ¡me encantan estas historias!
Ada cedió.
-Sí... bueno, sí, me ha dado mi primer beso.
Sharon dio un gritito.
-¡Sí! ¡Lo sabía!
-Oye, Sharon -inquirió Ada-. ¿A ti te gustaría tener también una historia de amor?
Ahora fue Sharon la que enrojeció hasta la raíz del cabello.
-Ehh... pues... yo... en realidad... -balbució-. Su... supongo que sí.
Ada sonrió ampliamente.
-¿De quién estás enamorada, Sharon? -preguntó.
Sharon negó enérgicamente con la cabeza.
-No te lo voy a contar -espetó, algo avergonzada-. Al menos, no hasta que me lo cuentes tú.
-Entonces supongo que nunca lo sabré -suspiró Ada.
-Oh, vamos, háblame de él.
Ada se frotó las manos. Vio a su lado una manta de algodón, y se la echó por encima. De noche hacía frío, sobre todo en el interior de aquella mansión.
-Bueno, él es amable, gracioso, educado... Es cariñoso conmigo, y veo en sus ojos que es verdadero. Al lado suya me siento... protegida, siento que él siempre va a estar conmigo y que...
Se vio interrumpida por Sharon.
-¡Aaayyy! ¡¡Es precioso!! -exclamó la joven.
De pronto, llamaron a la puerta, y ésta se abrió sin previo aviso.
-¿Ocurre algo, señorita? Os he oído gritar -se justificó Break.
Las mejillas de Sharon adquirieron un leve color rosado.
-No, Break, no ocurre nada -respondió-. Estamos hablando de cosas de mujeres, ya sabes.
Break rió con ella.
-Bueno, entonces supongo que aquí sobro -y se giró para darse la vuelta.
-¡Yo sí que soy una mujer, idiota! -oyeron gritar a Emily.
-Bueno, pero son cosas suyas, Emily -le respondió Break.
Sharon rió. Cuando se giró para mirar a Ada, ésta tenía una sonrisa malévola pintada en el rostro.
-¿Qué...? -preguntó Sharon.
-¡Ya sé de quién estás enamorada! -gritó Ada, emocionada-. ¡De...!
Sharon le tapó la boca. Sacó uno de sus letales abanicos de papel y se dirigió hasta la puerta. La abrió levemente para vigilar. Fuera, Break estaba plantado delante.
-¡Eh! -le gritó Sharon, que se había puesto colorada-. ¡No puedes escuchar estas conversaciones! ¡Dijiste que te ibas!
Break rió.
-Es difícil no saber de lo que habláis si lo vais gritando como animales -esbozó una amplia sonrisa y, mientras sacaba una piruleta del bolsillo, agregó-: Ya me voy, tranquila. Os dejo hablar de esas cosas.
Sharon esperó a que Break hubiera bajado las escaleras para volver al interior de la habitación.
-No grites, Ada, por favor -dijo tristemente.
Ada respiró hondo para contenerse.
-Sé de quién estás enamorada -repitió-. ¡De Break!, ¿no?
Sharon se puso muy roja, pero Ada no esperaba su reacción. De pronto, alzó el abanico por encima de su cabeza y comenzó a golpearle a la pobre Ada, quien cerró los ojos con fuerza y esperó a que pasara la tempestad.
Al minuto, Sharon bajó el abanico y respiró hondo. Ada abrió los ojos lentamente, y cuando vio que Sharon había terminado esbozó una sonrisilla.
-Entonces, es cierto, ¿verdad?
Sharon miró hacia sus manos y juntó los dedos varias veces.
-Sí... supongo.
-¡Pero si tiene unos 100 años! -exclamó Ada.
-Eso no me importa. Él es... Bueno, tal y como lo conoces tú, es sólo un payaso -se rió-. Pero en realidad puede ser realmente... Es decir, que también tiene su lado serio y... sentimental. Hay cosas que me dice... Cosas que son preciosas.
Ada se llevó una mano a la boca.
-¿Ya le has besado? -preguntó con una risita.
-¡Por supuesto que no! -estalló Sharon-. ¡No me atrevería ni aunque tuviera la ocasión!
-Entonces habrá que convencerle a Break, ¿no? -siguió Ada-. Quizá Gilbert y Oz puedan hablar con él, quizá incluso tío Óscar.
Sharon negó con la cabeza enérgicamente.
-Puede que yo no le guste a él.
Ada suspiró. Todos los romances eran iguales, al menos en esencia.

Mientras tanto, en el comedor...

-¿Dónde estabas, Break? -preguntó Óscar cuando le vio bajando las escaleras.
-Oí gritar a la señorita. No quiero que ocurra como aquella vez con Vincent, ¿lo recuerdas? -Break apretó los puños-. Le envenenó.
Óscar asintió lentamente.
-Hablaban de amor, ¿no? -preguntó Gilbert-. Entonces, ¿han mencionado el nombre de quien le gusta a Ada?
Break rió.
-Sí que estás interesado, ¿eh? -Gilbert enrojeció-. No, pero estaban a punto de decir otro.
Pareció que Break iba a añadir algo más, pero se calló. Óscar les invitó a sentarse a la mesa.
-Sí, yo también sé de quién está enamorada Sharon -dijo Oz, que no había intervenido hasta entonces.
Break le miró fijamente. Oz rió.
-Venga, como si nadie lo supiera -cuando vio las caras de confusión de los presentes, suspiró con infinita paciencia-. ¡Vamos! ¿De verdad nadie lo sabe?
Óscar se encogió de hombros, Alice siguió comiendo, Break se sirvió té sin dejar de mirar a Oz y Gilbert se encendió un cigarro. Al parecer, las cajas que Vincent había quemado eran sólo una cuarta parte de todas las que les quedaban a los dos fumadores.
-De Break, es obvio -dijo finalmente Oz.

9 comentarios:

  1. Mase encanta tus capítulos!!!!!
    Haz más!!!! *ojitos suplicantes*

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  2. entonces... vas a hacer otro???

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    1. Sí ^-^ Empiezo ahorita *W* Es que estaba viendo Death Note xDD Y me envicio *-*

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    2. Mataré a Death Note *musica siniestra*

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    3. ¡¡NOOOOOO!! D: Ya se me murió L, ¡¡NO ME MATES TODA LA SERIE!!

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    4. Pues escribe más capítulos!!! *obsesión*

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  3. por cierto, he empezado a ver death note

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    1. ¡¡Muy bien!! Aaaay... (suspiro) L es tan magnífico... :D

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