lunes, 13 de agosto de 2012

Pandora Hearts (fanfic) - Capítulo 4

Break se sonrojó al instante. Sacudió la cabeza con fuerza.
-No, no es verdad. ¡Imposible! -exclamó.
Alice soltó una carcajada. Break nunca había hablado sobre cosas del corazón; es más, siempre estaba gastando bromas, correteando por ahí y riendo. La joven no podía imaginarse a Break besando a una chica, aunque era cierto que un día Sharon tuvo una idea para que Alice fuera "mujer", y todos los chicos debían declarársele, tratando de conmoverla. Break no lo había hecho mal.
-Yo no te mentiría acerca de esto -aseguró Oz, satisfecho-. Además, debes admitir que hay muchas posibilidades de que sea así.
Break bufó.
-No creo que sea bueno -dijo tras unos momentos de silencio-. Ella tiene 23 años, ¡es muy joven para mí!
Óscar soltó un gritito que se parecía bastante a los que soltaba Sharon.
-¡Entonces a ti también te gusta! -exclamó, apuntando con un dedo acusador a Break.
Nadie esperó su reacción. Break volvió súbitamente la cabeza y se alejó de la habitación.
-Eso no os incumbe a vosotros -siseó, mientras notaba que sus mejillas se calentaban.
Luego, cerró con un portazo y siguió en dirección a los jardines. Gilbert soltó una risita, que enseguida transformó en tos. Alice se encogió de hombros.
-Qué susceptible -comentó-. Ni que fuera un motivo para ponerse así.
Óscar también se encogió de hombros.
-No es una reacción propia de Break, eso es cierto -se rascó la barba-. Habría que juntarles, ¿no? Aunque sea, ¡en contra de su voluntad!
De pronto, Ada y Sharon aparecieron por las escaleras. Las dos tenían un leve rubor en las mejillas, que desapareció en cuanto entraron en el comedor para dar paso a una amplia sonrisa.
-¡Hola! -saludó Ada-. ¡Cuánto tiempo, Liam!
El aludido se sobresaltó. Durante toda la conversación de había mantenido en un rincón, tratando de apartarse de aquel tema. No quería entrometerse demasiado en esos asuntos.
-Oye, Sharon, ¿puedes venir un momento? -preguntó Oz mientras se acercaba a Gilbert-. Vamos a dar un paseo por el jardín.
La dama asintió, algo vacilante, pero avanzó hasta colocarse a la derecha de Gilbert y los tres salieron por la puerta.

-Sharon, a ti te gustan las historias de amor, ¿verdad? -preguntó Oz, aunque era más bien una afirmación.
Sharon entrecerró los ojos, confusa y recelosa.
-Sí... -respondió con precaución-. ¿Por qué lo preguntas?
Oz rió.
-Porque hemos tenido una conversación con Break, y... -dejó la frase en el aire para que Gilbert la continuara.
-... hemos descubierto algunas cositas -concluyó Gilbert mientras jugueteaba con un mechón de pelo.
Sharon se apartó un poco de ellos, y un tono rosado tiñó sus mejillas.
-¿Qué tipo de "cositas"?
Oz suspiró. Esperaba que captara la indirecta. Como pasó un minuto sin que respondiera, Sharon se impacientó.
-Vamos, ¡ve al grano! -exclamó.
Gilbert carraspeó. Metió las manos en los bolsillos, sacó otro cigarro y lo encendió. Mientras se lo llevaba a la boca, decidió poner fin a aquello.
-Sabemos que tú estás enamorada de Break -acalló a Sharon con un dedo cuando fue a replicar-, y... el sentimiento, al parecer, es recíproco -concluyó.
La joven abrió mucho los ojos, y su leve rubor se transformó en un color rojo tomate que se extendía por todo su rostro.
-¡Qué! -exclamó, pero entonces se oyó la voz de Break, que les había visto:
-¿Qué sucede, chicos?
Sharon ocultó el rostro entre las manos mientras se daba la vuelta.
-¿Qué le habéis hecho a la señorita? -preguntó amenazadoramente.
-¡No me gustaría estar en vuestro pellejo! -agregó Emily.
Gilbert negó con la cabeza, y Oz se apresuró a tranquilizar al hombre.
-Nada, pero el caso es que quiere hablar contigo... -una vez dicho aquello, Gilbert y Oz corrieron todo lo deprisa que pudieron hasta entrar en la mansión de nuevo.
"Cobardes", pensó Sharon, irritada y molesta. Le habían dejado sola, y ella estaba más nerviosa que nunca.
Break se acercó a Sharon, y la rodeó. Tomó su barbilla con una mano, obligándole a mirarle a los ojos. Sharon no pudo evitar que Break viera su colorado rostro. Apretó los dientes.
-¿De qué me quieres hablar? -preguntó Break en un susurro. Sonrió ampliamente para infundir confianza a la joven.
Sharon abrió los ojos lentamente. El rubor de sus mejillas aumentó. ¿Cómo podía decirle aquello? Después de tantos años, después de tanto tiempo juntos, nunca había imaginado que llegaría una ocasión como aquella. Además, ella no quería declararse en ese momento, temía ser rechazada, temía que Break no le quisiera tal y como ella le quería a él. No quería que su sueño se rompiera en pedazos, no quería que todo saliera mal.
Pero sabía que debía enfrentarse a aquello, así que trató de explicarse.
-Yo... esto... yo... verás... -balbució. Nunca había sentido tanta vergüenza como en esos momentos.
Break rió alegremente, aunque no soltó su barbilla.
-Yo también -respondió. Sharon no supo que decir ante esa afirmación. ¿A qué se refería?
Por primera vez desde que nadie le hubiera visto, un rubor tiñó las mejillas de Break; era tan increíble que Sharon tuvo que tocar la mejilla del hombre para asegurarse de que era cierto. En el acto, se dio cuenta de que ese gesto era muy significativo. Trató de apartar la mano, pero Break se la sujetó con la suya.
Sharon estaba a punto de replicar cuando... los labios de Break sellaron los suyos.
Al principio abrió mucho los ojos, y su respiración se aceleró mientras su corazón golpeaba el pecho con la fuerza de un titán. Pero luego se abandonó a aquella sensación, y cerró los ojos.
Al fin, su sueño se había hecho realidad.

Mientras, en el comedor...

-¡Ya está la cena! -exclamó Gilbert.
Traía unas cuantas fuentes con comida. Todos sabían que Gilbert era un gran cocinero, quizá le venía de nacimiento, porque Oz no recordaba haberle visto nunca cocinando antes. Había descubierto su maravilloso don una semana atrás, cuando Gilbert confesó que toda la comida la había cocinado él.
De todas formas, con el desfase de diez años que tenía Oz, no podía fiarse tanto de sus sentidos.
En cuanto los platos estuvieron colocados y Gilbert se hubo sentado, todos comenzaron a comer.
Habían decidido no esperar a Sharon y a Break, ya que Oz y Gilbert les habían informado acerca de lo sucedido y concluyeron que seguramente pasarían un tiempo solos.
-Bueno -comentó Óscar, alargando la duración de la letra e-. Aún nos queda algo por averiguar... -apuntó con su muslo de pollo a su sobrina-. ¡Dínoslo, ya! ¿De quién estás enamorada?
Ada se atragantó con el arroz. Cogió el vaso de agua -no le gustaba el vino- y bebió hasta que pudo volver a hablar.
-No quiero decíroslo -murmuró-. ¡Es mi vida privada! ¿Por qué os interesa tanto?
Frunció el ceño, disgustada. Odiaba que su tío fuera tan sobreprotector con ella, hasta el punto de que ella tenía que salir a escondidas con su amado para que Óscar le dejara en paz. Además, sabía que nadie aceptaría su relación.
"No", concluyó. "No se lo diré. Si quieren saberlo, deberán averiguarlo por sí mismos".
Óscar suspiró.
-Quiero saber si has elegido al adecuado -explicó mientras tomaba su copa.
Ada se levantó súbitamente de la mesa.
-¡Será el adecuado si yo estoy enamorada de él! -estalló-. ¿Por qué no confías en mí? ¡Estoy harta!
Sollozando, corrió en dirección a su cuarto.
-Ho... hola, Sharon -la oyeron murmurar antes de subir las escaleras.
Acto seguido, entraron por la puerta del comedor Break y Sharon, cogidos de la mano. Cuando vieron todas las miradas posadas sobre ellos, se soltaron las manos y miraron hacia lados opuestos. Se apresuraron a sentarse a la mesa, muy alejados uno de otro.
-Basta de interrupciones -se quejó Alice mientras cogía su décimo muslo-. ¿Es que aquí no se puede comer con tranquilidad?
Oz y Gilbert rieron, pero Óscar se levantó de golpe.
-Voy a disculparme con Ada -dijo con tristeza-. Supongo que tiene razón.
Sharon asintió; no había estado presente en la conversación, pero sabía perfectamente a qué se refería.
Todos comieron en silencio, únicamente interrumpido por el entrechocar de los cubiertos con los platos. Sharon y Break no se miraron en ningún momento, y Alice les mirada, extrañada.
Al cabo de unos momentos, Óscar bajó corriendo las escaleras.
-¡No está! -chilló, desesperado-. ¡Ha saltado por la ventana!
Gilbert y Oz se levantaron al instante. Los demás miraron a Óscar, atónitos. Ada no solía tener esa conducta. ¿Qué estaba sucediendo?
-¡Vamos a buscarla! -exclamaron Oz y Gilbert-. ¡No hay tiempo que perder!

En la mansión Nightray...

-Ya hemos llegado -anunció Gilbert desde la parte delantera del carruaje.
Los tres saltaron y aterrizaron con suavidad en el suelo.
-Vamos, Gil, Echo no está -alentó Oz mientras cruzaban el jardín.
Era realmente un jardín enorme. Un pequeño laguito se situaba a un lado del edificio, y una enormes columnas de un material negro muy pulido. Desde el interior del jardín llegaron unas risas que no pudieron identificar.
Cuando avanzaron un poco más, vieron dos figuras recortadas contra la noche.
-¿Ada? -susurró Oz.
-¿Vincent? -susurró Gilbert.
Óscar abrió mucho los ojos.
-¡Shhh! Vamos a observarles -ordenó.
Ada rió una vez más, y recostó la cabeza contra el hombro de Vincent. El joven le acarició el rostro, se recostó contra ella y se giraron para juntar sus labios.
-¡NO! -exclamó con fiereza Óscar mientras corría hacia ellos.
Ada dio un salto en cuanto vio a su tío, que comenzó a perseguir a un confuso Vincent por todo el perímetro de la zona.
-¡Basta, tío Óscar! -exclamó Oz.
Óscar paró, y Vincent pudo regresar junto a Ada.
-¿¡Vincent Nightray!? -chilló Óscar, dirigiéndose a Ada-. ¿¡En qué pensabas!?
La joven bajó la mirada, avergonzada. Vincent le cogió la mano, pero también fijó sus ojos bicolores en el suelo.
-Es a quien yo amo, tío Óscar -murmuró Ada.
Ninguno de los tres amigos podía concebir una idea como aquella. ¿Vincent y Ada, pareja? No, imposible. ¡No podía ser! ¿Cómo se habían conocido? ¿Cómo podía Ada amar a una persona así, al hombre que había envenenado a Sharon Rainsworth y a su propia sirvienta?
Quizá Vincent no fuera tan malvado, quiso pensar Oz; aunque sabía que sí lo era. ¡Él le había sacado los ojos a Cheshire! ¡Él había tenido que ver con la Tragedia de Sabrie!
Aunque, en el fondo, no parecía tan mala persona. Después de todo, sentía una gran devoción a su hermano, y nunca les había causado verdaderos problemas, excepto con el asunto de Sharon, que les había privado de todos los recuerdos referentes a la Tragedia de Sabrie.
Óscar suspiró, para sorpresa de todos.
-Supongo que, si tú eres feliz... -murmuró, algo disgustado.
Vincent se adelantó un paso.
-Yo también la quiero, señor Bezarius -afirmó, y parecía sincero.
Gilbert sacudió la cabeza.
-¿Por qué no nos contasteis nada? -preguntó-. ¿Por qué lo mantuvisteis en secreto?
-Por este mismo motivo -respondió Ada con tristeza-. Sabíamos que nos diríais esto, que no aceptaríais nuestro amor.
Óscar sacudió la cabeza y sonrió.
-Eres lo bastante mayorcita como para saber lo que te conviene -se acercó a ella para abrazarla-. Perdóname por no haberme dado cuenta antes. Lo siento.
Ada le miró, sorprendida. Luego, tras sorber con la nariz, escondió el rostro en el pecho de su tío.
-Gra... gracias... -sollozó.

Pandora Hearts (fanfic) - Capítulo 3

Mientras corrían por las calles, Oz pensaba en lo que había dicho su hermana: "¿Pensáis... pensáis eso?". Eso quería decir que Ada no estaba enamorada de Gilbert, como habían creído. Entonces... ¿era de Eliot? Oz no podía soportar aquella idea; aunque ambos jóvenes no se llevaran mal, tampoco es que congeniaran precisamente. Tenían ideas diferentes, lo que demostraba el hecho de que sus personajes favoritos del Caballero Santo fueran completamente opuestos: Edwyn y Edward. Además, Oz seguía sin poderle perdonar el hecho de que le revelara la muerte del preciado sirviente y, por consiguiente, le arruinara toda la serie de libros.
Sin embargo, no parecía quedar otra opción. Break no podía ser, obviamente, ya que apenas le veía ni hablaba con él y Break era demasiado mayor. Al fin y al cabo, si se contaban los años que Break había pasado en el Abyss, tenía una edad de 124 años a pesar de su aspecto joven, que le confería su contrato legal con Mad Hatter.
Tampoco podía ser él mismo, Oz, porque eran hermanos de sangre, era imposible que estuviera enamorada de él. Además, se habría dado cuenta, ya que Ada mostraba mucho sus emociones y habría estado sonrojada continuamente.
Eso también dejaba fuera de juego a Eliot, ya que cuando Oz había corrido a abrazarla Eliot pasó por su lado y no mostró emoción alguna. Ello también eliminaba a Leo de la lista.
Entonces... ¿quién era? Tal vez, ¿alguien desconocido para él? ¿Un alumno de Ludwidge?
Oz decidió que debía vigilarla atentamente durante los próximos días, y seguro que Óscar también se mostraba de acuerdo con él en ese sentido. Él tampoco quería que su "niña" empezara con el amor, que tuviera novio o que se precipitara en algún compromiso o en algo por el estilo.
-Noto algo en el aire... -dijo de pronto Gilbert, olisqueando la zona.
-¿Puede ser una Cadena? -aventuró Ada tímidamente.
Seguramente estaría algo incómoda por el malentendido que hubo antes, ya que el mismo Gilbert pensaba que ella estaba enamorada de él.
"Si supieran de quién estoy enamorada...", pensó Ada con preocupación. "Seguramente no me permitirían volver a verle".
Trató de devolver a su rostro una expresión monótona, mientras avanzaban por las calles, que repentinamente se habían tornado oscuras. Al mirar hacia arriba, comprendieron por qué: sendos toldos cubrían las calles, yendo de un balcón a otro y privando de la luz a los viajeros que caminaban por aquellas calles. Sin duda, aquello tenía un cierto aspecto misterioso.
-Probablemente lo sea -coincidió Gilbert-. Será mejor que no nos separemos.
Ellos asintieron, aunque aquel gesto no sirvió de mucho en la parcial oscuridad.
De pronto, un estruendo les sacó de su ensimismamiento. Corrieron en dirección al fuerte sonido, sin preocuparse por si era una trampa, por si ocurría algo que les llevaba hasta alguna Cadena. No tenían a B-Rabbit, pero sí a Raven, que a pesar de no ser una Cadena de combate, podía perfectamente derrotar a algún Trump.
Llegaron a su destino, y vieron lo que ya habían sospechado: Alice estaba delante de un Trump tratando de esquivar sus toscos ataques. Gilbert no dudó un segundo y sacó la pistola.
Apuntó, y una vez que tuvo la frente a tiro, disparó. La bala traspasó limpiamente el cráneo, y el Trump cayó. El Abyss se abrió para reclamar lo que era suyo, y todo volvió a la normalidad.
-¿En qué estabas pensando? -exclamó Gilbert mientras cogía a Alice por los hombros-. ¿Es que quieres ser enviada al Abyss? ¿Quieres que Oz también vaya, por tu culpa?
De pronto, se vio interrumpido por un jadeo. Oz había caído de rodillas al suelo, y se apretaba el pecho con la mano. Cerraba los ojos con fuerza, mientras Ada, desesperada, le preguntaba qué sucedía.
-No te preocupes, Ada -dijo Gilbert-. Es el reloj del contratista ilegal.
Ella tardó unos segundos en calmarse, mientras respiraba hondo. Después, cuando hubo recuperado la calma, ayudó a Oz a levantarse.
El chico se abrió la camisa, y vio que el reloj ya había dado su tercer movimiento. Quedaban nueve desplazamientos de la aguja del reloj tatuado para que Oz descendiera a lo más profundo del Abyss, aunque no era muy preocupante; después de todo, el reloj avanzaba a poquísima velocidad, así que aún quedaba mucho tiempo hasta que se vieran en un verdadero apuro por culpa del contrato.
-No pasa nada -dijo Oz mientras esbozaba una sonrisa tranquilizadora-. Sólo es el tercer movimiento. Todavía quedan nueve, no es preocupante de momento.
Ada suspiró.
-Ojalá nunca hubieras tenido que formar ese contrato -ante la mirada irritada de Alice, se apresuró a justificarse-: Me refiero a que, si nunca hubiera formado el contrato, no tendría que descender al Abyss... Aunque fue una ventaja encontrar a Alice, supongo.
La chica seguía algo ofendida, pero no tocó el tema.
-Deberíamos volver -dijo Oz mientras consultaba el pequeño reloj de bolsillo dorado. La melodía Lacie sonó hasta que Oz cerró la tapa-. Ya está atardeciendo.
Ada se sobresaltó.
-¿Atardeciendo? -exclamó. Parecía apurada-. Lo siento, chicos, ¡tengo que irme!
Antes de que pudieran hacer nada, la chica salió corriendo y se perdió entre las calles de la ciudad. Oz y Gilbert suspiraron; habían perdido la oportunidad perfecta de saber quién ocupaba el corazón de Ada.
-Y a vosotros dos, ¿qué os pasa? -inquirió Alice. Ella no había estado presente en la extraña conversación que habían mantenido cuando ella se había ido.
-Nada, no es nada... -contestó Gilbert.
De pronto, se volvió hacia Alice y volvió a cogerla por los hombros.
-Creo que nos debes una explicación, conejo estúpido -espetó-. ¿Por qué te fuiste de repente?
Alice le fulminó con la mirada.
-Había un puesto de carne y yo olí su delicioso aroma. Eso es todo.
Oz se echó a reír, y ambos le miraron, sorprendidos.
-Venga, dejad de discutir y volvamos -dijo el chico, sonriente.

Mientras, en la mansión Bezarius...

-¿Sigue sin querer contarnos nada? -preguntó Liam, alicaído.
-Eso parece -contestó Break mientras se servía té-. Habrá que usar alguna que otra... arma. Ya sabes, como Gilbert. No hay nada ni nadie en el mundo al que Vincent quiera más que a su amado hermano mayor.
Sharon rió.
-Sí, eso parece -coincidió.
-Es que Break es absolutamente increíble -comentó Emily con una risita.
-Oh, vamos, Emily, vas a hacer que me sonroje -contestó Break quitándole importancia con un gesto de la mano.
Liam frunció el ceño.
-Break... es decir, Emily... Bueno, los dos: no deberíais bromear con estas cosas. Son serias, ¿vale? -se secó la frente con un pañuelo-. El destino de Pandora depende de lo que decidamos hacer a partir de ahora. No podemos desperdiciar este tiempo, es demasiado valioso.
De pronto, llamaron a la puerta. Entraron Oz, Gilbert y Alice.
-Oh, ya estáis de vuelta -exclamó Break mientras se levantaba de su asiento-. ¿Habéis conseguido alguna memoria?
Gilbert se apresuró a explicarle todo a Break, incluyendo los datos sobre el enamoramiento de Ada. Sharon se mostró interesada en ese tema.
-El primer amor es siempre el más importante -afirmó la joven dama-. A veces dura para siempre... ¿no es hermoso? Todos los amores son importantes, por supuesto, pero el primero...
Los demás dejaron de escucharla mientras ella seguía parloteando alegremente.
Break esbozó una sonrisilla.
-Creo que deberíamos profundizar en esta investigación -dijo finalmente. Los demás le miraron, sorprendidos; parecían estar a punto de replicar-. A ver, dejadme explicároslo: no tenéis nada más que hacer aparte de buscar las memorias de Alice. ¿Por qué no comenzar esta nueva "expedición"?
-¡Yo estoy de acuerdo! -gritó de pronto Óscar-. No quiero que mi niñita se enamore de la persona equivocada, y estoy dispuesto a darle un par de tundas al chico cuando le encontréis. ¡Os doy mi palabra!
Oz suspiró. Óscar siempre era así, no se le debía tomar demasiado en serio. Aunque parecía que esa vez era de verdad.
-Bien, entonces podemos empezar ahora -intervino Gilbert-. Yo también quiero averiguar quién es.

En el carruaje...

Oz, Gilbert y Óscar se encontraban en el carruaje, aunque Gilbert estaba en la parte delantera dirigiendo a los caballos.
-Deberíamos ir primero a la mansión Nightray para asegurarnos de que no es Eliot -sugirió Oz.
-De acuerdo -contestó Gilbert desde delante.
Al parecer, se había dirigido hacia aquella mansión inconscientemente, así que no tardaron mucho en llegar hasta los jardines de rosas negras. Ese tipo de rosa sólo crecía allí, así que se les consideraba realmente valiosas.
Echo estaba en la entrada, como de costumbre. Cuando vio a los tres, se sobresaltó y en su rostro se dibujó una expresión de verdadera sorpresa. Era extraño en ella.
-¡Hola, hola! -exclamó, nerviosa-. ¡El amo no está en casa! ¡No está!
Óscar le miró, extrañado.
-Hemos venido a visitar a Eliot Nightray. ¿Está en casa?
Echo suspiró, al parecer aliviada. Esbozó una pequeña sonrisa y su mirada volvió a ser ausente.
-No, al parecer el amo Eliot ha descubierto que sacaron un nuevo capítulo de el Caballero Santo y no tardó en ir a la ciudad de nuevo con el sirviente Leo. Quizá mañana puedan visitarle.
Gilbert y Oz se giraron para marcharse, pero Óscar se quedó.
-¿Está mi sobrina Ada aquí? -inquirió.
Echo abrió un poco los ojos, aunque enseguida recompuso la expresión.
-Ehh... Sí, vino hace un rato para recoger rosas negras. Le... le gustan mucho -abrió la puerta y entró en la mansión-. Le diré que venga.
Desapareció en el interior de la casa, así que los tres amigos se quedaron a la entrada, en medio del jardín.
-¿No tenemos rosas negras en casa? -preguntó Gilbert de pronto-. Ayer traje unas cuantas para Ada, debe de haberlas visto si ha pasado por su habitación. Y en vista de que no lleva maletas, debe de haber ido.
No pudo seguir hablando, porque Echo salió de la casa acompañada de Ada, quien llevaba un ramo de rosas negras en la mano, recogido en tela blanca y sujetado por un lazo color púrpura.
Detrás de Echo estaba Vincent Nightray, con su mirada bicolor fija en sus visitantes. Le saludó a Gilbert, pero no se acercó a él.
Ada se despidió de Echo y de Vincent, y les agradeció las rosas. Se apresuró a entrar en el carruaje.
-Ada, ya tenemos rosas en casa -le dijo Oz, disgustado-. ¿Por qué vienes a por más?
La joven se golpeó la cabeza en el techo del carruaje sin querer.
-¿Tenemos rosas en casa? -preguntó con inocencia-. No sabía eso. Lo siento.
-No pasa nada, supongo -respondió Oz, receloso.
Gilbert se aclaró la garganta mientras se quitaba el sombrero.
-¿Habéis visto la reacción de Echo al llegar nosotros? Dijo que Vincent no estaba en casa, pero luego salió para acompañarla.
Óscar abrió mucho los ojos, sorprendido. No se había fijado en aquel detalle.
-¿Por qué sería? -miró a Ada significativamente, buscando una respuesta.
Ada se encogió de hombros.
-Supongo que Echo no quiere que su amo sea molestado -alegó.
Había algo muy raro en todo aquello, se dijo Oz. Aunque no lograba ver el qué.
-¡Ada, bienvenida! -exclamó Sharon al verla llegar. Le abrazó amistosamente-. ¡Tenemos mucho sobre lo que hablar!
La joven dama acompañó a la chica hasta el interior de la mansión Bezarius, mientras Break salía para ver qué ocurría.
-¿Y bien? -preguntó-. ¿Ya sabemos quién es el afortunado?
Óscar sacudió la cabeza con pesar.
-No, me temo que no -dijo.
Break, sin embargo, soltó una risita.
-Bueno, bueno, de todas formas contadme todo lo que ha pasado.

Mientras, en las habitaciones de Sharon...

Sharon cerró la puerta.
-Puedes sentarte en el sofá si quieres -invitó a Ada.
La chica no se lo pensó dos veces; estaba agotada tras aquel ajetreado día. Sharon se sentó en la cama, situándose enfrente de su invitada.
-Tienes que contarme todo sobre tu romance -le dijo, sin andarse con rodeos.
El rostro de Ada adquirió la tonalidad del zumo de tomate.
-¿Todo el mundo lo sabe? -suspiró cuando Sharon asintió-. Bueno... supongo que no hay mucho que decir. Es... como cualquier otro amor, ya sabes. Las mariposas en el estómago, la sensación de bienestar...
Sharon se removió en su sitio, emocionada.
-¿Y ya te ha dado tu primer beso?
Ada abrió los ojos como platos.
-¿Por qué quieres saberlo? -preguntó, con una mezcla de sorpresa y desconfianza.
Sharon rió.
-Por favor, no pienses que trato de entrometerme ni nada. Sólo es que... ¡me encantan estas historias!
Ada cedió.
-Sí... bueno, sí, me ha dado mi primer beso.
Sharon dio un gritito.
-¡Sí! ¡Lo sabía!
-Oye, Sharon -inquirió Ada-. ¿A ti te gustaría tener también una historia de amor?
Ahora fue Sharon la que enrojeció hasta la raíz del cabello.
-Ehh... pues... yo... en realidad... -balbució-. Su... supongo que sí.
Ada sonrió ampliamente.
-¿De quién estás enamorada, Sharon? -preguntó.
Sharon negó enérgicamente con la cabeza.
-No te lo voy a contar -espetó, algo avergonzada-. Al menos, no hasta que me lo cuentes tú.
-Entonces supongo que nunca lo sabré -suspiró Ada.
-Oh, vamos, háblame de él.
Ada se frotó las manos. Vio a su lado una manta de algodón, y se la echó por encima. De noche hacía frío, sobre todo en el interior de aquella mansión.
-Bueno, él es amable, gracioso, educado... Es cariñoso conmigo, y veo en sus ojos que es verdadero. Al lado suya me siento... protegida, siento que él siempre va a estar conmigo y que...
Se vio interrumpida por Sharon.
-¡Aaayyy! ¡¡Es precioso!! -exclamó la joven.
De pronto, llamaron a la puerta, y ésta se abrió sin previo aviso.
-¿Ocurre algo, señorita? Os he oído gritar -se justificó Break.
Las mejillas de Sharon adquirieron un leve color rosado.
-No, Break, no ocurre nada -respondió-. Estamos hablando de cosas de mujeres, ya sabes.
Break rió con ella.
-Bueno, entonces supongo que aquí sobro -y se giró para darse la vuelta.
-¡Yo sí que soy una mujer, idiota! -oyeron gritar a Emily.
-Bueno, pero son cosas suyas, Emily -le respondió Break.
Sharon rió. Cuando se giró para mirar a Ada, ésta tenía una sonrisa malévola pintada en el rostro.
-¿Qué...? -preguntó Sharon.
-¡Ya sé de quién estás enamorada! -gritó Ada, emocionada-. ¡De...!
Sharon le tapó la boca. Sacó uno de sus letales abanicos de papel y se dirigió hasta la puerta. La abrió levemente para vigilar. Fuera, Break estaba plantado delante.
-¡Eh! -le gritó Sharon, que se había puesto colorada-. ¡No puedes escuchar estas conversaciones! ¡Dijiste que te ibas!
Break rió.
-Es difícil no saber de lo que habláis si lo vais gritando como animales -esbozó una amplia sonrisa y, mientras sacaba una piruleta del bolsillo, agregó-: Ya me voy, tranquila. Os dejo hablar de esas cosas.
Sharon esperó a que Break hubiera bajado las escaleras para volver al interior de la habitación.
-No grites, Ada, por favor -dijo tristemente.
Ada respiró hondo para contenerse.
-Sé de quién estás enamorada -repitió-. ¡De Break!, ¿no?
Sharon se puso muy roja, pero Ada no esperaba su reacción. De pronto, alzó el abanico por encima de su cabeza y comenzó a golpearle a la pobre Ada, quien cerró los ojos con fuerza y esperó a que pasara la tempestad.
Al minuto, Sharon bajó el abanico y respiró hondo. Ada abrió los ojos lentamente, y cuando vio que Sharon había terminado esbozó una sonrisilla.
-Entonces, es cierto, ¿verdad?
Sharon miró hacia sus manos y juntó los dedos varias veces.
-Sí... supongo.
-¡Pero si tiene unos 100 años! -exclamó Ada.
-Eso no me importa. Él es... Bueno, tal y como lo conoces tú, es sólo un payaso -se rió-. Pero en realidad puede ser realmente... Es decir, que también tiene su lado serio y... sentimental. Hay cosas que me dice... Cosas que son preciosas.
Ada se llevó una mano a la boca.
-¿Ya le has besado? -preguntó con una risita.
-¡Por supuesto que no! -estalló Sharon-. ¡No me atrevería ni aunque tuviera la ocasión!
-Entonces habrá que convencerle a Break, ¿no? -siguió Ada-. Quizá Gilbert y Oz puedan hablar con él, quizá incluso tío Óscar.
Sharon negó con la cabeza enérgicamente.
-Puede que yo no le guste a él.
Ada suspiró. Todos los romances eran iguales, al menos en esencia.

Mientras tanto, en el comedor...

-¿Dónde estabas, Break? -preguntó Óscar cuando le vio bajando las escaleras.
-Oí gritar a la señorita. No quiero que ocurra como aquella vez con Vincent, ¿lo recuerdas? -Break apretó los puños-. Le envenenó.
Óscar asintió lentamente.
-Hablaban de amor, ¿no? -preguntó Gilbert-. Entonces, ¿han mencionado el nombre de quien le gusta a Ada?
Break rió.
-Sí que estás interesado, ¿eh? -Gilbert enrojeció-. No, pero estaban a punto de decir otro.
Pareció que Break iba a añadir algo más, pero se calló. Óscar les invitó a sentarse a la mesa.
-Sí, yo también sé de quién está enamorada Sharon -dijo Oz, que no había intervenido hasta entonces.
Break le miró fijamente. Oz rió.
-Venga, como si nadie lo supiera -cuando vio las caras de confusión de los presentes, suspiró con infinita paciencia-. ¡Vamos! ¿De verdad nadie lo sabe?
Óscar se encogió de hombros, Alice siguió comiendo, Break se sirvió té sin dejar de mirar a Oz y Gilbert se encendió un cigarro. Al parecer, las cajas que Vincent había quemado eran sólo una cuarta parte de todas las que les quedaban a los dos fumadores.
-De Break, es obvio -dijo finalmente Oz.

domingo, 12 de agosto de 2012

Pandora Hearts (fanfic) - Capítulo 2



La carroza les esperaba fuera, pero faltaba el cochero.
-¿Y el...? -comenzó Alice, pero fue interrumpida por Gilbert, que acababa de llegar desde el interior de la mansión.
-Soy yo, coneja estúpida -dijo.
Ella bufó. Todos sabían lo mal que se llevaban los dos, eran completamente incompatibles y siempre chocaban como si fueran dos rocas enormes y testarudas. Alice acostumbraba a llamar a Gilbert Cabeza de Algas, en referencia a su ondulado pelo negro.
A pesar de todo, Alice sabía que era complicado quitar a los poderes de B-Rabbit el sello si no estaba Gilbert con su Cadena, Raven. De hecho, cuando las Cadenas asediaron la ciudad, Oz fue capaz de quitar el sello él solo, sin necesidad de contar con Gilbert, pero su sirviente pensaba que era mejor no arriesgarse e iría con ellos.
Oz y Alice subieron al carruaje, mientras que Gilbert se acomodaba en la parte delantera, asiendo con fuerza las riendas entre sus manos.
-¡Arre! -alentó a los caballos.
Dentro del carruaje, los dos jóvenes miraban a la ventana, súbitamente interesados en el paisaje. De pronto, a Oz se le acordó una canción que había escuchado un día, cuando estaba en la ciudad. La había interpretado una mujer con una pequeña guitarra. Su nombre era: Go on and kiss the girl. En cuanto ese pensamiento se abrió paso en su mente, sus mejillas enrojecieron y se miró las manos.
Era consciente de la profunda atracción que sentía hacia Alice, que era recíproca, pero no se sentía capaz de dar el primer paso. Sabía lo que opinaba Sharon de eso, ya que a ella le encantaba el romanticismo y había mostrado a Alice unos cuantos libros de amor.
Oz y Alice ya se habían besado, pero era porque, para sellar un contrato con una Cadena, se necesitaba la sangre del contratista, y Alice la había conseguido de esa forma. Cuando Sharon se enteró, casi le dio un ataque, pero luego se apresuraron a explicarle que era por el contrato.
Sin embargo, Oz no podía evitar pensar en lo que pasaría si se adelantara un poco, si cogiera la mano de Alice y posara sus labios sobre los de la chica.
Sacudió la cabeza con fuerza. Pero, ¿en qué estaba pensando?
-Pareces tenso, Oz -comentó Alice mientras le miraba a Oz con los ojos entrecerrados-. ¿En qué piensas?
Alice era muy desconfiada, y no se cortaba ni un poquito a la hora de decir lo que pensaba. Ella era lo que se denomina tsundere, una chica que es blanda y sentimental por dentro pero que se recubre, por así decirlo, de una "coraza" para que sus sentimientos no puedan salir al exterior.
-Sólo pensaba en tus memorias, ya sabes -se apresuró a responder Oz-. Me pregunto si lograremos reunirlas todas antes de que el reloj complete la vuelta...
Alice bufó, disgustada.
-Quizá encontremos una solución. ¡No puedes descender hasta el fondo del Abyss!
Oz suspiró.
-Ya conoces la solución, pero no es precisamente una que debamos escoger.
Sí, por supuesto que Alice sabía cómo evitar que el reloj surtiera efecto: ella debía morir. O, al menos, B-Rabbit, pero el conejo formaba parte de ella ahora que era una Cadena, y si él moría ella seguiría su mismo camino.
-Lo sé, lo sé -respondió ella con el ceño fruncido-. De todas formas, Break completó su tiempo como contratista ilegal y consiguió escapar, ¿no?
-Sí, pero ten en cuenta que fue porque fuera del Abyss se estaba desatando la Tragedia de Sabrie y eso hizo de las profundidades del Abyss un sitio frágil que se rompió. No creo que tengamos esa suerte, y tampoco quiero que muera toda esa gente sólo para que yo consiga salir del Abyss -Oz miró de nuevo por la ventana, dando por zanjado el tema.
Oz siempre estaba con el tema de sacrificarse por sus amigos, aunque no le gustaba. Después de haber escuchado a Eliot, un alumno de la academia Ludwidge, cuando le habló sobre que no podía estar toda su vida tratando de sacrificarse por los demás, Oz odiaba decir esas cosas. Pero sabía que era lo correcto.
-Ya nos acercamos, chicos -oyeron decir a Gilbert desde delante.
En efecto; cuando se asomaron por la ventanilla, vieron que a escasos metros se encontraba la ciudad. Era un día soleado y todo tenía un ambiente de inocencia, pero los contratistas ilegales podían estar por todas partes.
-Bien, tened los ojos abiertos -advirtió Gilbert.
Oz y Alice asintieron, mirando distraídamente a ambos lados.
Oz y Gilbert sabían la que se avecinaba: en cuanto pasaran cerca de un puesto de carne, Alice saldría despavorida hacia allí y no se separaría de la carne por nada del mundo. Por ese motivo dejaron que Alice se situara entre ellos dos, para poder sujetarla si veían cualquier indicio de que Alice fuera a escapar.

Mientras, en la mansión Bezarius...

-¿¡Dónde están mis cigarros!? -exclamó Óscar, rabioso.
En cuanto lo oyó, Break se apresuró a escapar hacia el jardín. No podía dejar que el hombre le sorprendiera antes de que pudiera deshacerse de los cigarrillos. También tenía todas las cajitas de Gilbert, y se disponía a llevarlas lejos, a la mansión Nightray, para que Vincent se deshiciera de ellas. Era cierto que Break se llevaba fatal con Vincent, pero éste odiaba que su hermano fumara, ya que temía que muriera, y era la persona más fiable para librarse del tabaco.
-¿Tienes los cigarros? -preguntó Sharon cuando Break llegó hasta su lado.
-Sí -respondió este en susurros-. Ahora debemos ir a la mansión Nightray, señorita.
Se tomaron de la mano y saltaron por el balcón. Estaba a tres metros escasos del suelo, así que era muy sencillo saltar desde allí.
Una vez estuvieron en el suelo, corrieron hacia la primera carroza que encontraron. Break insistió en que Sharon se sentara en el interior con los cigarrillos, mientras él asumía las riendas de los caballos en la parte delantera.
En menos de cinco minutos ya se encontraba en la mansión Nightray, en cuya entrada estaba Echo.
-¡Hola, Echo! -saludó Sharon mientras bajaba del carruaje, ayudada por Break.
-Bienvenidos, señorita Sharon y Break -respondió la chica.
Siempre tenía esa mirada ausente en sus plateados ojos, y su corto pelo blanco ondeaba al viento.
-El amo Vincent está en sus habitaciones -anunció mientras se acercaba lentamente a Break-. Le avisaré de que tiene visita.
Break asintió, y Echo se dio la vuelta para entrar en la mansión.
-¿Sabes lo más curioso de Echo? -preguntó Break a Sharon mientras esbozaba una sonrisa.
Sharon negó con la cabeza.
-Guarda un tipo de relación con Zwei Baskerville -comentó Break bajo la mirada inquisitiva de Sharon-. Según lo que he podido averiguar por el duque Barma, Zwei ocupa el cuerpo de Echo cuando Vincent cree que ha hecho mal su trabajo. Curioso, ¿verdad?
Sharon sacudió la cabeza con sorpresa.
-No lo sabía -respondió-. Sabes muchas más cosas que yo, Xerk. La verdad, no me sorprende: eres mucho más... antiguo que yo.
Ella esbozó una sonrisa, pero Break bajó la mirada, algo ofendido.
-Sí, bueno, pero sigo con mi apariencia de treintañero.
Sharon rió, pero enseguida llegó Echo acompañada de Vincent.
-¡Bienvenidos, bienvenidos! -exclamó Vincent, con su actitud de siempre-. ¿Qué deseáis? Esperad, primero vayamos hasta el jardín, nuevas rosas negras han florecido.
Vincent tenía ojos bicolores, uno dorado al igual que su hermano Gilbert y otro rojo, símbolo de los niños del infortunio. Ellos eran los niños que habían nacido en el Abyss, y eran rechazados por todo el mundo. Break también era un niño del infortunio, y Lacie, a quien iba dedicada la canción del reloj que Jack Bezarius regaló a Alice.
-Oye, Vincent, nos preguntábamos si podrías deshacerte de esto... -explicó Sharon mientras sacaba las cajas de cigarrillos.
En cuanto se los hubo mostrado a Vincent, éste arrugó la nariz con desagrado.
-¡Tabaco! -exclamó, indignado-. Una de las peores cosas que le han pasado a este mundo.
Cogió con un gesto enérgico las cajas que Sharon le tendía, y se apresuró a entrar en la mansión, invitando a Break y Sharon a entrar con él.
Break sabía que esa era la oportunidad perfecta para preguntar a Vincent.
-Oye, Vincent... -comenzó.
-¿Sí? -preguntó el aludido con fingida amabilidad.
-Nos preguntábamos si podrías... ya sabes... Explicarnos lo que sucedió en la Tragedia de Sabrie hace cien años... Sabemos que tú estuviste presente.
Vincent se paró de pronto, pero enseguida volvió a su tarea de encender el fuego de la chimenea.
-Ya os he dicho que no recuerdo nada de lo que sucedió -se giró para dedicar una brillante sonrisa a Sharon-. Si lo recuerdo, os prometo que sabréis de ello de inmediato. Mi objetivo también es ayudaros, si estáis de acuerdo.
Sharon bufó, disgustada.
-Vincent, ¡vamos! -exclamó, tratando de mantener la educación-. Sabemos que recuerdas perfectamente lo que sucedió, no somos tontos.
Vincent le miró fijamente, y de pronto estalló en carcajadas.
-¡Por favor, por favor! -dijo entre risas-. ¿Cómo iba yo a hacer algo así? ¡Con lo que quiero a mi hermano! ¿Me ves capaz de traicionarle?
Siguió riéndose, y Break le cogió con fuerza la muñeca derecha.
-Para ya, Vincent -exigió mientras le miraba.
Pareció que Vincent iba a replicar pero, al ver la mirada de Break, sus labios se cerraron.
-Bien, si no nos lo quieres contar -dijo Break mientras le soltaba poco a poco-, no vale la pena que sigamos aquí. Estamos perdiendo el tiempo. Si algún día decides colaborar -tomó a Sharon de la mano y se dirigió a la puerta- no dudes en llamarnos.
Oyeron un bufido por parte de Vincent, y al girarse vieron que lanzaba las cajas de tabaco al fuego y éstas se quemaban, dejando un desagradable olor.
-Vámonos -instó Break mientras sonreía misteriosamente.
-No entiendo -comenzó Sharon-. ¿Qué es lo que te hace tan feliz?
-¿Feliz? -Break sacudió la cabeza-. No, es simplemente que sé que lograremos sonsacarle algo algún día. No es tan fuerte como trata de parecer. Vincent Nightray, en el fondo, es sólo un niño, actúa como tal. Siente un gran amor hacia Gilbert, y podemos servirnos de ese arma.
Sharon no estuvo segura de por qué, pero no le dio muy buena espina ese pensamiento.

Mientras, en la ciudad...

-¡Mirad, mirad esto! -exclamó Oz mientras se acercaba a un puestecito.
Allí se vendían multitud de sombreros, y uno de ellos era igual al que Ada regaló a Gilbert. Él se ajustó el sombrero en su cabeza y avanzó sin mirar la tienda, haciendo entender a Oz que se marchaban y continuaban su camino.
Avanzaron por las calles, pero todas las personas eran iguales: riendo, hablando con amigos, y perfectamente normales. Ni un indicio de que un contratista ilegal pudiera andar por allí.
De pronto, Oz echó a correr.
-¡Eh, Oz! -llamó Alice, y Gilbert se apresuró a correr tras él.
Vieron que Oz se detenía, y ellos pararon de correr.
-¡Hermano! -oyeron que alguien gritaba.
Avanzaron lo suficiente como para ver la cabellera rubia de Ada, la hermana de Oz. Detrás suya se encontraban Eliot y su sirviente Leo, que esquivaron la escena y siguieron su camino sin mirar al grupo.
-¿Qué haces en la ciudad, Ada? -preguntó Oz mientras le abrazaba.
-Yo... esto... -parecía apurada-. He venido a... descansar unos días. Nos han dado una semana de vacaciones y quería venir a ver a tío Óscar.
Oz esbozó una sonrisa traviesa.
Hacía un tiempo habían recibido una carta de Ada en cuya posdata había escrito que estaba enamorada de alguien. Tenían dos posibles sospechosos: o Eliot, a quien la joven parecía profesar algún tipo de respeto, o Gilbert, su amigo de la infancia y a quien había regalado su inseparable sombrero.
Óscar parecía inclinarse más hacia la idea de que era Gilbert, aunque nada era seguro.
-¿Vienes a visitar a alguien? -preguntó Oz, tratando de sonsacarle aquello sobre Gilbert.
No esperó su reacción. Ada se puso muy roja y nerviosa y balbuceó:
-¿Cómo... cómo sa... sabes...?
Gilbert también se sonrojó.
-Entonces... ¿es cierto? -preguntó mientras juntaba una y otra vez sus dedos.
Ada le miró, sorprendida.
-¿El qué? -preguntó, confusa-. ¿Qué sabéis al respecto?
Oz rió, y le alborotó el pelo para tranquilizarla.
-Que te gusta Gilbert, ¿no?
Ada abrió mucho los ojos, y el rubor de sus mejillas desapareció.
-¿Pensáis... pensáis eso?
Esta vez quienes estaban confusos eran Oz y Gilbert.
-¿No te gusta Gilbert? Entonces... ¿y lo de la posdata? ¿Y el sombrero que le regalaste?
Ada rió, al parecer aliviada.
-La posdata... Bueno, eso no es de vuestra incumbencia -se inclinó para alisarse la falda del uniforme-. Y el sombrero sólo era una muestra de amistad, nada más. ¿No puedo hacer regalos a mis amigos?
Gilbert suspiró, aliviado también.
-Menos mal, porque yo no estoy hecho para estas cosas -comentó.
Ada rió una vez más.
-Chicos -interrumpió Oz de pronto-. ¿Y Alice?

Pandora Hearts (fanfic) - Capítulo 1


Todo Pandora se había reunido en esa comida, para hablar del nuevo futuro que todo planteaba. Estaban en silencio, sólo interrumpido de vez en cuando por el sonido de los cubiertos contra los platos y los gruñidos de Alice mientras disfrutaba de varios muslos de pollo asado.
-Deberíamos seguir buscando las memorias de Alice -apuntó Sharon mientras tomaba una taza de té.
Liam se ajustó las gafas en la nariz.
-Sí, eso es cierto -respondió-, aunque las memorias son trabajo de Alice y Oz. Aquí, en Pandora, podríamos hacer otras cosas. Por ejemplo, podríamos tratar de sonsacar a Vincent Nightray lo que sucedió hace cien años en la Tragedia de Sabrie.
Gilbert se removió en su asiento, inquieto. Había tratado de dejar los cigarrillos nueve veces, aunque sin éxito; en esos momentos estaba fumando uno.
-Dijo que no recordaba lo sucedido -dijo Gilbert.
De pronto, alguien soltó una carcajada. Todas las miradas se posaron en Break. Tardó diez segundos en parar de reír, antes de justificarse:
-No creerás de verdad que Vincent no recuerda nada, ¿no? -dijo mientras esbozaba aquella sonrisa suya-. Es obvio que todos sus recuerdos están completos... pero debe haber una razón para que no quiera contarnos la verdad. Algo que le avergüence, aunque, conociéndole, no creo que haya nada que pueda provocar en él algún remordimiento. No, al contrario -dijo mientras jugueteaba con un mechón de pelo-: creo que, simplemente, no quiere que le encierren o ejecuten. Debe de haber sido grave.
Todos recordaron el momento.
Hacía cien años, en la Tragedia de Sabrie, toda una ciudad había sido incendiada. Muchas personas habían muerto, y los supervivientes fueron enviados a lo más profundo del Abyss. Todo lo habían provocado los Baskerville, cuyo líder fue derrotado por su gran amigo Jack Bezarius, antepasado de Oz. Glen Baskerville había muerto pero, al ser un Dios de la Muerte, había vuelto a la vida para seguir dando órdenes a los Baskerville. Vivían en Sabrie, en las ruinas de la gran mansión, a la espera de la oportunidad de provocar una nueva tragedia, y también de enviar a más personas al Abyss.
Vincent Nightray parecía ser el que había provocado todo aquello, ayudando a los Baskerville. Por aquel entonces tan sólo tenía unos seis años. Gilbert había permanecido inconsciente, sobre el hombro de Vincent. Y, al parecer, Vincent era el asesino de Alice, aunque nada podía asegurarse hasta que le interrogaran.
-Sí, puede que sí -dijo Gilbert, mientras se encendía otro cigarro-. Pero no podemos estar seguros de nada hasta que le hayamos preguntado. Necesitamos respuestas.
Alice terminó en esos momentos de comer, y se recostó en el asiento mientras se frotaba la tripa.
-Sí, Oz y yo podemos buscar las memorias -dijo al fin.
Oz le miró, enfadado.
-¡Yo también soy capaz de tomar las decisiones solito! -exclamó, indignado.
Alice rió.
-Ya, pero eres mi sirviente -alegó-. Debes obedecerme.
Oz bufó, y se levantó del asiento.
-Me voy a escribir mis memorias, si no os importa -dijo, aunque enseguida esbozó una pequeña sonrisa.
Todos se despidieron de él, y después de su marcha la sala permaneció en silencio. Se oía la lluvia golpeando los cristales de la mansión Bezarius, y también las respiraciones de los presentes: Sharon, Liam y Break.
-Huy, huy, huy... ¡Qué silencio! -comentó Emily.
En realidad, Emily era sólo una muñeca, sentada sobre el hombro de Break. Él era hábil en ventriloquía, y le daba voz sin que pareciera que movía los labios. Sin embargo, cuando mencionaban a Emily como una simple muñeca, Break se enfadaba y gritaba que ella también era una persona. Aunque, en realidad, no estaba enfadado, sino divertido.
-Sí, tienes razón, Break -dijo Liam. En cuanto vio la mirada de Break, se apresuró a corregirse-: Es decir, Emily, por supuesto.
Break esbozó una sonrisa, y se concentró en su vigésimo pastelito. Sharon terminó su taza de té y la posó en el plato.
-Entonces no hay nada más que decir -dijo la joven-. Me retiro a mis habitaciones.
Los sirvientes de la familia Bezarius, muy amablemente, habían preparado habitaciones para Sharon, Break y Liam, a fin de que pudieran profundizar en sus misiones cada día.
-Le acompaño, señorita -dijo Break mientras se levantaba.
Sharon esperó en el marco de la puerta a que Break se alisara las ropas. Él siempre le llamaba señorita, quizá era una apelativo cariñoso. Ella le llamaba Hermanito Xerk, porque desde pequeña, cuando le encontró en su jardín, habían convivido como hermanos en la misma casa, ya que la madre de Sharon había adoptado a Break.
Break había sido el sirviente de su madre, Shelly Rainsworth, al igual que de su abuela, Cheryl Rainsworth. Ahora su tarea era la de proteger a Sharon, ya que Shelly probablemente hubiera muerto y, de no ser así, estaría aún muy enferma.
Ambos subieron juntos las escaleras, mientras Break se dedicaba a chupar una piruleta.
-Vas a tener diabetes -le amenazó Sharon mientras trataba de arrebatarle el dulce; Break apartó la mano hábilmente varias veces, hasta que la acabó subiendo encima de su cabeza y a Sharon le resultó imposible cogerla. Bufó, disgustada. Break era mucho más alto que ella, le sacaba dos cabezas, así que se rindió.
Break rió con ternura mientras volvía a llevarse la piruleta a la boca.
Llegaron a la puerta de la habitación de Sharon, así que se despidieron y cada uno entró en su habitación.


Cuando Oz bajó las escaleras para desayunar, sólo vio a Alice en el comedor, que ya estaba dando buena cuenta del beicon.
-Buenos días -saludó, aunque estaba seguro de que no iba a contestar.
Se sentó en el extremo opuesto a Alice, mientras cogía algunas tostadas y se servía zumo de naranja.
De pronto, oyeron unos golpecitos en la alacena, y se giraron hacia ella. Las puertas se abrieron súbitamente y de dentro salió Break con una amplia sonrisa en el rostro.
-Buenos días -dijo con tono cantarín.
Alice ni siquiera se dio cuenta, y Oz se le quedó mirando. No era nada raro que Break hiciera esas cosas; también acostumbraba a salir de debajo de las mesas e incluso de las alfombras, y aparecía de pronto sin ninguna razón. Todos sabían que, en realidad, lo que hacía era usar el poder de Eques para desaparecer y teletransportarse, ya que la Cadena de Sharon se escondía en su sombra por orden de la misma.
-Hola, Break -saludó Oz.
El hombre se sentó en una silla próxima a Oz, ya que Alice se sentía incómoda al lado del "payaso", como le solía llamar a Break.
-¿Ya habéis decidido qué hacer hoy? -preguntó Break mientras se servía unos cuantos pastelitos-. ¿Buscaréis las memorias o seguiréis de vacaciones?
Oz esbozó una sonrisa.
-La idea de seguir de vacaciones es tentadora -admitió con una risa-. Pero hay que empezar ya a trabajar, y al parecer algunas Cadenas están saliendo del Abyss. Hasta que mi reloj dé la vuelta completa hay bastante tiempo, así que seguiremos buscando hasta entonces. Aunque... supongo que la Voluntad del Abyss nos dejará ir, tal vez, ¿no? -miró a Break fijamente-. Al fin y al cabo, eso ya ha sucedido una vez.
Break le devolvió la mirada, aunque rápidamente volvió a centrar su atención en el plato. No quería hablar de su pasado, no en esos momentos.
Cuando Break era sirviente de la familia Sinclair su nombre no era Xerxes Break, sino Kevin Regnard. Él era un buen guerrero, digno de servir a esa familia. Sin embargo, un día que estaba con la hija del duque, éste fue asesinado junto a la corte.
Break sólo deseaba cambiar el pasado y salvar a su amo, así que hizo un contrato con una Cadena, Albus, también llamado Caballero Blanco. Mató a 116 personas con el objetivo de salvar a su amo, aunque éso sólo provocó que, al ser un contratista ilegal, la vuelta del reloj de su pecho completara una vuelta y fuera enviado a lo más profundo del Abyss.
Allí se había encontrado con un Vincent muy joven, y con un Gilbert tres años mayor, inconsciente sobre el hombro de su hermano.
La Voluntad del Abyss también estaba allí, acompañada por un hombre-gato llamado Cheshire. Éste tenía los ojos vendados, ya que carecía de ellos. La Voluntad del Abyss había decidido conseguir un nuevo ojo para él, así que arrancó el ojo izquierdo de Break y se lo entregó a Cheshire.
En esos momentos, Break pensó que iba a morir antes de poder solucionar lo que él mismo había provocado.
De pronto, el Abyss comenzó a temblar y a romperse, por culpa de la Tragedia de Sabrie. Justo antes de salir del Abyss, Break le ofreció a la Voluntad del Abyss todo lo que ella quisiera a cambio de que cambiara el pasado, de que el duque sobreviviera, de que nunca le hubieran asesinado.
Cuando salió del Abyss, aterrizó en los jardines de la casa Rainsworth. Fue rescatado por Shelly Rainsworth y su pequeña hija, Sharon. Le curaron la herida del ojo y le vendaron. Durante unos días estuvo gruñón y borde.
Se enteró de que el duque había vivido, a cambio de que toda la corte muriera. Durante unos días estuvo muy triste y encerrado en su pasado, ya que se consideraba el asesino de la niña por haber tratado de cambiar el pasado.
Sin embargo, Shelly adoptó a Break, haciendo de Sharon su hermana, y las dos, junto a Cheryl, le ayudaron a salir adelante, haciendo de él el "payaso" que era ahora.
-Nadie te puede asegurar que vayas a volver, chico -advirtió Break a Oz.
El chico suspiró.
-Lo sé, pero de todas formas va a suceder. ¿Por qué no aprovechar mientras?
Alice terminó en esos momentos. Miró fijamente a Break, y luego a Oz.
-¿Qué estás mirando? -exclamó Emily, indignada.
Alice se sobresaltó, y luego posó sus ojos sobre la muñeca.
-¡Para ya, payaso! ¡Estoy harta de la maldita muñeca!
Break rió suavemente.
-No es una muñeca, conejo estúpido -apuntó-. Ella habla de verdad.
Comenzó una pelea, aunque Oz ni siquiera se molestó en interponerse entre ellos. Cuando Alice empezaba a repartir bofetadas a diestro y siniestro lo mejor que se podía hacer era alejarse.
De pronto, el sonido de un disparo resonó en la sala. Break se separó de Alice y buscó con la mirada el origen del sonido.
Oz ya lo había encontrado.
-¡Buenos días, Gilbert! -saludó a su sirviente.
-Hola, Joven Amo -respondió éste, mientras guardaba la pistola en el bolsillo de su chaqueta.
Se sentó al lado de Oz, mientras se servía cereales.
-Vaya, Gil, le estropeas la fiesta a cualquiera -espetó Break con una sonrisilla mientras se sentaba de nuevo.
El aludido se encogió de hombros, aunque no respondió.
Alice se levantó de un salto y dio una patada en la superficie de la mesa con el pie.
-¡Vamos, Oz! ¡Debemos ir a por mis recuerdos!
Oz le miró, sobresaltado.
-¡Pero si aún no he terminado de...!
-¡Eres mi sirviente! -le interrumpió Alice-. No puedes estar tanto con otras personas, debes estar conmigo y ayudarme a recuperar mis memorias.
Oz bufó, aunque enseguida se repuso y se despidió de Break y Gilbert. Cuando salían por la puerta oyeron las pisadas de Sharon en la escalera, que ya bajaba a desayunar.
Cuando salieron por la puerta, recibieron el aire fresco, pensando en la aventura.

El blog ha cambiado

Sí, he decidido hacer un rincón para varias historias, de vez en cuando publicaré los capítulos de unas o de otras.
He planeado hacer un fanfic de la continuación de un anime, porque me pareció muy inconcluso y me hace mucha ilusión sumergirme en esa historia y transformar las cosas a mi manera. Me gustaría compartirlo con vosotros :)
Pues eso, sólo era para avisar, que ahora se llama Escribiendo Estrellas, así que cambiaré el nombre de los capítulos y antes pondré el nombre de la novela de la que salen.
Espero que no sea mucha molestia :) Un abrazo a todos.

sábado, 4 de agosto de 2012

Ya he vuelto

Estos días no he publicado ningún capítulo porque estaba de vacaciones, pero en breve tendréis otro bien fresquito :)
Gracias por los comentarios que habéis hecho hasta ahora, ya sé que este blog no es muy exitoso ni tiene muchos seguidores, pero vuestros comentarios y ánimos me animan a seguir escribiendo :)
Bueno, pues intentaré ponerme hoy a la cosa y publicar un nuevo capítulo en breve.
Un abrazo.