domingo, 12 de agosto de 2012

Pandora Hearts (fanfic) - Capítulo 2



La carroza les esperaba fuera, pero faltaba el cochero.
-¿Y el...? -comenzó Alice, pero fue interrumpida por Gilbert, que acababa de llegar desde el interior de la mansión.
-Soy yo, coneja estúpida -dijo.
Ella bufó. Todos sabían lo mal que se llevaban los dos, eran completamente incompatibles y siempre chocaban como si fueran dos rocas enormes y testarudas. Alice acostumbraba a llamar a Gilbert Cabeza de Algas, en referencia a su ondulado pelo negro.
A pesar de todo, Alice sabía que era complicado quitar a los poderes de B-Rabbit el sello si no estaba Gilbert con su Cadena, Raven. De hecho, cuando las Cadenas asediaron la ciudad, Oz fue capaz de quitar el sello él solo, sin necesidad de contar con Gilbert, pero su sirviente pensaba que era mejor no arriesgarse e iría con ellos.
Oz y Alice subieron al carruaje, mientras que Gilbert se acomodaba en la parte delantera, asiendo con fuerza las riendas entre sus manos.
-¡Arre! -alentó a los caballos.
Dentro del carruaje, los dos jóvenes miraban a la ventana, súbitamente interesados en el paisaje. De pronto, a Oz se le acordó una canción que había escuchado un día, cuando estaba en la ciudad. La había interpretado una mujer con una pequeña guitarra. Su nombre era: Go on and kiss the girl. En cuanto ese pensamiento se abrió paso en su mente, sus mejillas enrojecieron y se miró las manos.
Era consciente de la profunda atracción que sentía hacia Alice, que era recíproca, pero no se sentía capaz de dar el primer paso. Sabía lo que opinaba Sharon de eso, ya que a ella le encantaba el romanticismo y había mostrado a Alice unos cuantos libros de amor.
Oz y Alice ya se habían besado, pero era porque, para sellar un contrato con una Cadena, se necesitaba la sangre del contratista, y Alice la había conseguido de esa forma. Cuando Sharon se enteró, casi le dio un ataque, pero luego se apresuraron a explicarle que era por el contrato.
Sin embargo, Oz no podía evitar pensar en lo que pasaría si se adelantara un poco, si cogiera la mano de Alice y posara sus labios sobre los de la chica.
Sacudió la cabeza con fuerza. Pero, ¿en qué estaba pensando?
-Pareces tenso, Oz -comentó Alice mientras le miraba a Oz con los ojos entrecerrados-. ¿En qué piensas?
Alice era muy desconfiada, y no se cortaba ni un poquito a la hora de decir lo que pensaba. Ella era lo que se denomina tsundere, una chica que es blanda y sentimental por dentro pero que se recubre, por así decirlo, de una "coraza" para que sus sentimientos no puedan salir al exterior.
-Sólo pensaba en tus memorias, ya sabes -se apresuró a responder Oz-. Me pregunto si lograremos reunirlas todas antes de que el reloj complete la vuelta...
Alice bufó, disgustada.
-Quizá encontremos una solución. ¡No puedes descender hasta el fondo del Abyss!
Oz suspiró.
-Ya conoces la solución, pero no es precisamente una que debamos escoger.
Sí, por supuesto que Alice sabía cómo evitar que el reloj surtiera efecto: ella debía morir. O, al menos, B-Rabbit, pero el conejo formaba parte de ella ahora que era una Cadena, y si él moría ella seguiría su mismo camino.
-Lo sé, lo sé -respondió ella con el ceño fruncido-. De todas formas, Break completó su tiempo como contratista ilegal y consiguió escapar, ¿no?
-Sí, pero ten en cuenta que fue porque fuera del Abyss se estaba desatando la Tragedia de Sabrie y eso hizo de las profundidades del Abyss un sitio frágil que se rompió. No creo que tengamos esa suerte, y tampoco quiero que muera toda esa gente sólo para que yo consiga salir del Abyss -Oz miró de nuevo por la ventana, dando por zanjado el tema.
Oz siempre estaba con el tema de sacrificarse por sus amigos, aunque no le gustaba. Después de haber escuchado a Eliot, un alumno de la academia Ludwidge, cuando le habló sobre que no podía estar toda su vida tratando de sacrificarse por los demás, Oz odiaba decir esas cosas. Pero sabía que era lo correcto.
-Ya nos acercamos, chicos -oyeron decir a Gilbert desde delante.
En efecto; cuando se asomaron por la ventanilla, vieron que a escasos metros se encontraba la ciudad. Era un día soleado y todo tenía un ambiente de inocencia, pero los contratistas ilegales podían estar por todas partes.
-Bien, tened los ojos abiertos -advirtió Gilbert.
Oz y Alice asintieron, mirando distraídamente a ambos lados.
Oz y Gilbert sabían la que se avecinaba: en cuanto pasaran cerca de un puesto de carne, Alice saldría despavorida hacia allí y no se separaría de la carne por nada del mundo. Por ese motivo dejaron que Alice se situara entre ellos dos, para poder sujetarla si veían cualquier indicio de que Alice fuera a escapar.

Mientras, en la mansión Bezarius...

-¿¡Dónde están mis cigarros!? -exclamó Óscar, rabioso.
En cuanto lo oyó, Break se apresuró a escapar hacia el jardín. No podía dejar que el hombre le sorprendiera antes de que pudiera deshacerse de los cigarrillos. También tenía todas las cajitas de Gilbert, y se disponía a llevarlas lejos, a la mansión Nightray, para que Vincent se deshiciera de ellas. Era cierto que Break se llevaba fatal con Vincent, pero éste odiaba que su hermano fumara, ya que temía que muriera, y era la persona más fiable para librarse del tabaco.
-¿Tienes los cigarros? -preguntó Sharon cuando Break llegó hasta su lado.
-Sí -respondió este en susurros-. Ahora debemos ir a la mansión Nightray, señorita.
Se tomaron de la mano y saltaron por el balcón. Estaba a tres metros escasos del suelo, así que era muy sencillo saltar desde allí.
Una vez estuvieron en el suelo, corrieron hacia la primera carroza que encontraron. Break insistió en que Sharon se sentara en el interior con los cigarrillos, mientras él asumía las riendas de los caballos en la parte delantera.
En menos de cinco minutos ya se encontraba en la mansión Nightray, en cuya entrada estaba Echo.
-¡Hola, Echo! -saludó Sharon mientras bajaba del carruaje, ayudada por Break.
-Bienvenidos, señorita Sharon y Break -respondió la chica.
Siempre tenía esa mirada ausente en sus plateados ojos, y su corto pelo blanco ondeaba al viento.
-El amo Vincent está en sus habitaciones -anunció mientras se acercaba lentamente a Break-. Le avisaré de que tiene visita.
Break asintió, y Echo se dio la vuelta para entrar en la mansión.
-¿Sabes lo más curioso de Echo? -preguntó Break a Sharon mientras esbozaba una sonrisa.
Sharon negó con la cabeza.
-Guarda un tipo de relación con Zwei Baskerville -comentó Break bajo la mirada inquisitiva de Sharon-. Según lo que he podido averiguar por el duque Barma, Zwei ocupa el cuerpo de Echo cuando Vincent cree que ha hecho mal su trabajo. Curioso, ¿verdad?
Sharon sacudió la cabeza con sorpresa.
-No lo sabía -respondió-. Sabes muchas más cosas que yo, Xerk. La verdad, no me sorprende: eres mucho más... antiguo que yo.
Ella esbozó una sonrisa, pero Break bajó la mirada, algo ofendido.
-Sí, bueno, pero sigo con mi apariencia de treintañero.
Sharon rió, pero enseguida llegó Echo acompañada de Vincent.
-¡Bienvenidos, bienvenidos! -exclamó Vincent, con su actitud de siempre-. ¿Qué deseáis? Esperad, primero vayamos hasta el jardín, nuevas rosas negras han florecido.
Vincent tenía ojos bicolores, uno dorado al igual que su hermano Gilbert y otro rojo, símbolo de los niños del infortunio. Ellos eran los niños que habían nacido en el Abyss, y eran rechazados por todo el mundo. Break también era un niño del infortunio, y Lacie, a quien iba dedicada la canción del reloj que Jack Bezarius regaló a Alice.
-Oye, Vincent, nos preguntábamos si podrías deshacerte de esto... -explicó Sharon mientras sacaba las cajas de cigarrillos.
En cuanto se los hubo mostrado a Vincent, éste arrugó la nariz con desagrado.
-¡Tabaco! -exclamó, indignado-. Una de las peores cosas que le han pasado a este mundo.
Cogió con un gesto enérgico las cajas que Sharon le tendía, y se apresuró a entrar en la mansión, invitando a Break y Sharon a entrar con él.
Break sabía que esa era la oportunidad perfecta para preguntar a Vincent.
-Oye, Vincent... -comenzó.
-¿Sí? -preguntó el aludido con fingida amabilidad.
-Nos preguntábamos si podrías... ya sabes... Explicarnos lo que sucedió en la Tragedia de Sabrie hace cien años... Sabemos que tú estuviste presente.
Vincent se paró de pronto, pero enseguida volvió a su tarea de encender el fuego de la chimenea.
-Ya os he dicho que no recuerdo nada de lo que sucedió -se giró para dedicar una brillante sonrisa a Sharon-. Si lo recuerdo, os prometo que sabréis de ello de inmediato. Mi objetivo también es ayudaros, si estáis de acuerdo.
Sharon bufó, disgustada.
-Vincent, ¡vamos! -exclamó, tratando de mantener la educación-. Sabemos que recuerdas perfectamente lo que sucedió, no somos tontos.
Vincent le miró fijamente, y de pronto estalló en carcajadas.
-¡Por favor, por favor! -dijo entre risas-. ¿Cómo iba yo a hacer algo así? ¡Con lo que quiero a mi hermano! ¿Me ves capaz de traicionarle?
Siguió riéndose, y Break le cogió con fuerza la muñeca derecha.
-Para ya, Vincent -exigió mientras le miraba.
Pareció que Vincent iba a replicar pero, al ver la mirada de Break, sus labios se cerraron.
-Bien, si no nos lo quieres contar -dijo Break mientras le soltaba poco a poco-, no vale la pena que sigamos aquí. Estamos perdiendo el tiempo. Si algún día decides colaborar -tomó a Sharon de la mano y se dirigió a la puerta- no dudes en llamarnos.
Oyeron un bufido por parte de Vincent, y al girarse vieron que lanzaba las cajas de tabaco al fuego y éstas se quemaban, dejando un desagradable olor.
-Vámonos -instó Break mientras sonreía misteriosamente.
-No entiendo -comenzó Sharon-. ¿Qué es lo que te hace tan feliz?
-¿Feliz? -Break sacudió la cabeza-. No, es simplemente que sé que lograremos sonsacarle algo algún día. No es tan fuerte como trata de parecer. Vincent Nightray, en el fondo, es sólo un niño, actúa como tal. Siente un gran amor hacia Gilbert, y podemos servirnos de ese arma.
Sharon no estuvo segura de por qué, pero no le dio muy buena espina ese pensamiento.

Mientras, en la ciudad...

-¡Mirad, mirad esto! -exclamó Oz mientras se acercaba a un puestecito.
Allí se vendían multitud de sombreros, y uno de ellos era igual al que Ada regaló a Gilbert. Él se ajustó el sombrero en su cabeza y avanzó sin mirar la tienda, haciendo entender a Oz que se marchaban y continuaban su camino.
Avanzaron por las calles, pero todas las personas eran iguales: riendo, hablando con amigos, y perfectamente normales. Ni un indicio de que un contratista ilegal pudiera andar por allí.
De pronto, Oz echó a correr.
-¡Eh, Oz! -llamó Alice, y Gilbert se apresuró a correr tras él.
Vieron que Oz se detenía, y ellos pararon de correr.
-¡Hermano! -oyeron que alguien gritaba.
Avanzaron lo suficiente como para ver la cabellera rubia de Ada, la hermana de Oz. Detrás suya se encontraban Eliot y su sirviente Leo, que esquivaron la escena y siguieron su camino sin mirar al grupo.
-¿Qué haces en la ciudad, Ada? -preguntó Oz mientras le abrazaba.
-Yo... esto... -parecía apurada-. He venido a... descansar unos días. Nos han dado una semana de vacaciones y quería venir a ver a tío Óscar.
Oz esbozó una sonrisa traviesa.
Hacía un tiempo habían recibido una carta de Ada en cuya posdata había escrito que estaba enamorada de alguien. Tenían dos posibles sospechosos: o Eliot, a quien la joven parecía profesar algún tipo de respeto, o Gilbert, su amigo de la infancia y a quien había regalado su inseparable sombrero.
Óscar parecía inclinarse más hacia la idea de que era Gilbert, aunque nada era seguro.
-¿Vienes a visitar a alguien? -preguntó Oz, tratando de sonsacarle aquello sobre Gilbert.
No esperó su reacción. Ada se puso muy roja y nerviosa y balbuceó:
-¿Cómo... cómo sa... sabes...?
Gilbert también se sonrojó.
-Entonces... ¿es cierto? -preguntó mientras juntaba una y otra vez sus dedos.
Ada le miró, sorprendida.
-¿El qué? -preguntó, confusa-. ¿Qué sabéis al respecto?
Oz rió, y le alborotó el pelo para tranquilizarla.
-Que te gusta Gilbert, ¿no?
Ada abrió mucho los ojos, y el rubor de sus mejillas desapareció.
-¿Pensáis... pensáis eso?
Esta vez quienes estaban confusos eran Oz y Gilbert.
-¿No te gusta Gilbert? Entonces... ¿y lo de la posdata? ¿Y el sombrero que le regalaste?
Ada rió, al parecer aliviada.
-La posdata... Bueno, eso no es de vuestra incumbencia -se inclinó para alisarse la falda del uniforme-. Y el sombrero sólo era una muestra de amistad, nada más. ¿No puedo hacer regalos a mis amigos?
Gilbert suspiró, aliviado también.
-Menos mal, porque yo no estoy hecho para estas cosas -comentó.
Ada rió una vez más.
-Chicos -interrumpió Oz de pronto-. ¿Y Alice?

7 comentarios:

  1. como mola!!!!!!! este episodio... es simplemente... ¡HIPERMEGASUPERFANTASTICAMENTEGENIAL!
    me has dejado impresionada O.O

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  2. por cierto, break solo entró en el núcleo del Abyss porq la Voluntad del Abyss quería sus ojos

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    1. No, bueno, y porque su tiempo acabó como contratista ilegal ¬¬

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